Texto escrito en 1968 por Juana Espinos sobre la Ermita de la Soledad.
Son muchos los atractivos recién estrenados en El Espinar 1968 que podríamos glosar; para nosotros, sin embargo, ha habido una novedad entrañable y añorada desde hace mucho tiempo, que nos ha hecho olvidar, en cierto modo, todas las demás: la restauración de la Ermita de la Soledad o de la Vera Cruz como se llamó en los tiempos de su fundación; «devotísima, de muchas indulgencias y muy pulidamente edificada » como dice en su «Historia de la Villa de El Espinar», su ilustre hijo y cronista don Domingo Rodríguez Arce.